El período de
adaptación es el proceso en que niños, padres y educadores establecemos
contacto por primera vez, donde se va observando y descubriendo las
particularidades de cada miembro involucrado, así como el espacio físico en el
que permanecerá el niño.
Tips para enfrentar
este período:
1.
“Jardín un mundo entretenido”: sí es vital que toda la familia en especial su principal figura de
apego le demuestren en palabras y conductas que el jardín es un lugar
entretenido, donde lo pasará bien y estará cuidado y contenido.
2.
Respetar los ritmos del niño: Siempre es fundamental leer a tu hijo, algunos a los pocos
días ya juegan felices, otros se demoran más, trata de no forzarlos, si tu hijo
llora debes procurar estar SIEMPRE ahí para él, pues el vínculo de apego se
crea y fortalece (o debilita) en las situaciones de estrés, por lo tanto, una
regulación oportuna, afectiva y contingente es vital.
3.
Despídete SIEMPRE: pero de verdad siempre, nunca te vayas a escondidas, esto no es sano y puede sentir
una sensación de abandono.
4.
Alianza con las tías: deben ser tus mejores amigas, cuéntales todo, cada detalle de lo que le
gusta y lo que no a tu hijo, y coméntales todo aquello que creas importante. Entrega
esta información con cariño y respeto, así tú estarás más tranquila y ellas
sabrán como acompañar y regular a tu hijo en tu ausencia, lo cual es un
evidente beneficio para tu hijo/a.
5.
Objeto de transición: ahora que mamá se va y no estará todo el día con él/ella, es una buena
estrategia que le dejes a tu hijo/a algo que sea muy cercano a ti o que quieras
mucho, puede ser un collar, un peluche, una polera, algo que asocie a ti, así
tú le dices sin importar su edad “mira mi amor, cuando me eches de menos
puedes abrazar esto para sentirte cerquita de mi“.
En el caso de los niños que usan chupete, tienen un peluche regalón o usan tutos, es bueno comentarlo a las educadoras para que lo tengan a mano y respeten la necesidad del niño/a ante momentos de estrés para usar estos objetos que le ayudan a autorregularse
6.
Verbalizar sus emociones y las tuyas: los niños, aunque no hablen, incluso si son bebés necesitan que pongas
en palabras lo que sienten porque eso los calma, les da seguridad y comienzan a
adquirir habilidades mentalizadoras.
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